miércoles, 17 de diciembre de 2008

desconocido y ancestral

Llegaron hace unos meses. Antes allí sólo había campo desnudo. Se empezaron a instalar poco a poco. Colocaron sus extrañas tiendas en la ladera del monte.
Quién era esa gente. Por dónde llegaron. Nadie lo supo.
Nunca bajaron al pueblo. Nunca nadie subió.
No pareció ser un asunto importante. Nadie sacó el tema en ninguna conversación. Llegué a pensar que eran imaginaciones mías.
Hoy contemplo la ladera, blanca. Flores de almendro caídas del cielo.
Y por las noches, donde antes sólo había oscuridad, ahora veo luces, que tiemblan, frágiles, a lo lejos, como velas a un santo desconocido y ancestral.