lunes, 11 de enero de 2010

sombra frágil

Los perros empezaron a ladrar en plena madrugada. Así estuvieron un rato, una hora, quizá más. Entonces el hombre abrió la puerta de casa y se quedó de pie bajo el umbral, mirando hacia la oscuridad. La luz interior definía su silueta, que proyectaba una sombra frágil, extranjera. Sostenía una escopeta, o algo parecido. Los perros seguían ladrando en algún lugar de la madrugada. El hombre dio un paso al frente y disparó una vez al aire. Los ladridos cesaron. El hombre continuó de pie bajo el umbral durante unos minutos. Luego entró en la casa y cerró la puerta.