miércoles, 17 de diciembre de 2008

desconocido y ancestral

Llegaron hace unos meses. Antes allí sólo había campo desnudo. Se empezaron a instalar poco a poco. Colocaron sus extrañas tiendas en la ladera del monte.
Quién era esa gente. Por dónde llegaron. Nadie lo supo.
Nunca bajaron al pueblo. Nunca nadie subió.
No pareció ser un asunto importante. Nadie sacó el tema en ninguna conversación. Llegué a pensar que eran imaginaciones mías.
Hoy contemplo la ladera, blanca. Flores de almendro caídas del cielo.
Y por las noches, donde antes sólo había oscuridad, ahora veo luces, que tiemblan, frágiles, a lo lejos, como velas a un santo desconocido y ancestral.

lunes, 17 de noviembre de 2008

mientras doblabas la ropa

- Había un hombre mirándote mientras doblabas la ropa, mamá.
- ¿Qué?
- Había un hombre, mirándote, allí, mientras doblabas la ropa, mamá. ¿Quién era?
- No sé de qué me hablas, hija. Aquí sólo estamos tú y yo.
- Había, allí, mirándote, un hombre mientras doblabas la ropa, mamá.
- ¿Quieres hacer el favor de callarte? Allí no hay nadie. Haz los deberes.
- Te digo que allí había un hombre, mamá, mirándote mientras doblabas la ropa.
- ¿Ah, sí? ¿Y quién crees que podría ser?
- No lo sé, pero allí estaba, mirándote mientras doblabas la ropa, mamá.

lunes, 20 de octubre de 2008

oscura y quieta

Doblé la esquina cuando vi que te acercabas por ahí.
Me quedé allí quieto, con la esquina doblada, sin saber muy bien lo que hacer.
Al final me decidí y guardé la esquina doblada en el bolsillo de la camisa.
Luego volví a casa y vi un rato la tele.
En mi bolsillo seguía la esquina doblada contigo dentro, quizás llorando.
Te imaginé oscura y quieta ante la esquina doblada.
Te imaginé perdida, al fin.
Y no te negaré mi sonrisa interior.
Luego, mucho más tarde, ya de madrugada, cuando supuse que te habrías dormido, puse la camisa a lavar.

lunes, 13 de octubre de 2008

destellos

Aquella tarde no tuvimos clase a última hora, así que llegué antes a casa.
Mis padres no estaban.
Dejé la mochila encima de la cama y fui al salón.
El sol entraba por la ventana e iluminaba la silla de madera.
Nunca había visto la silla iluminada de aquella manera. Por primera vez me fijé en su color.
Al cabo de un rato, el sol iluminó la mesita de cristal, las copas, las botellas.
Esos destellos eran algo maravilloso.
Todo se llenó de colores.
Luego el sol desapareció del salón y lo dejó todo tal y como yo lo conocía.

lunes, 6 de octubre de 2008

galleta

Mi hijo me pidió que jugase al escondite con él.
Acepté, claro, primero porque era mi hijo y segundo porque a mí también me gustaba ese juego.
Empezó escondiéndose él.
Lo encontré enseguida, claro, primero porque dejó un rastro de la galleta que comía y segundo porque las cortinas eran transparentes.
Luego me escondí yo.
Estuvo buscándome mucho rato.
Minutos, horas, días, semanas.
Han pasado más de veinte años y sigo debajo de la cama, de donde no pienso salir, claro, primero porque me da pereza tener que dar explicaciones y segundo porque quién sabe si se acordará de mí.

martes, 30 de septiembre de 2008

a tientas

Hubo una época en la que aparecieron gusanos en la cocina.
No sabíamos de dónde salían, no teníamos alimentos en mal estado, todo estaba impecable.
Pero cada dos por tres los gusanos aparecían en la mesa de la cocina, entre los fogones, en el cajón de los cubiertos.
Usamos todo tipo de insecticidas, remedios naturales, nada, seguían apareciendo.
Cada vez que encendíamos la luz de la cocina, allí estaban.
Un día, después de mucho hablarlo, tomamos una decisión: no volver a encender la luz.
Ahora todo lo cocinamos a tientas.
Pero, eso sí, no hemos vuelto a ver ningún gusano.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

ojos de gato

He venido a llevarte a casa, 
le dijo, 
a ver contigo esas cosas 
que siempre me cuentas, 
pasear contigo por la noche, 
le dijo, 
que me muestres los caminos que sigues, 
todo lo que ves camino a casa, 
le dijo, 
he venido para vivir contigo esas cosas, 
esas tonterías que siempre te cuento, que dices tú, 
le dijo, 
me gustaría que me llevaras por calles diferentes 
y que te sorprendieras conmigo de algo que nunca hubieras visto, 
le dijo, 
descubrir esquinas que te diesen miedo, 
sombras en la noche, 
ojos de gato observando nuestros besos, 
lentos y eternos, 
le dijo.

martes, 16 de septiembre de 2008

mañana

Le sucedió a un amigo de mi padre.
Por la mañana su mujer le recordó: acuérdate que hoy recoges tú al niño.
Él le dijo que no se preocupase, que se acordaría de recogerlo.
Pero llegó la tarde y el padre se olvidó de recoger al niño.
Cuando llegó a casa, su mujer le preguntó: ¿has recogido al niño?
El padre le dijo que se había olvidado.
Entonces su mujer le recriminó: ¿cómo se te puede olvidar una cosa así?
Y el padre le contestó que no se preocupase, que no venía de un día, que ya lo recogería mañana.

viernes, 12 de septiembre de 2008

experto

Al final mi mujer cogió la botella que había traído mi padre y fuimos a casa de nuestros amigos.
Nos recibieron como si no nos esperasen. Cosas de idiotas, pensé.
Mi mujer le dio la botella a nuestro amigo quien miró la etiqueta frunciendo el ceño y la llevó a la mesa.
Me dieron ganas de darle una paliza, ahí mismo, delante de sus hijos.
Cuando su mujer trajo las carnes, nuestro amigo abrió la botella.
Nos sirvió con el patetismo de quien se cree un experto.
Estuve a punto de preguntarle el precio de esa botella.
Decidí seguir bebiendo.

jueves, 11 de septiembre de 2008

nuestra amistad

Tendríamos que llevar algo a la cena, ¿no crees? Un vino, el postre, no sé, algo.
No bebemos vino. No voy a llevar algo para que se lo beban los demás.
¡Pero es un acto de cortesía! Te están invitando a cenar, es lo mínimo.
Nunca entenderé por qué los invitados están obligados a llevar algo ¡Que les jodan a todos!
¡Eres insoportable! No nos cuesta nada llevar esa botella que trajo tu padre un día.
¿Sabes cuánto vale esa botella?
¡Me importa muy poco!
¡Esa botella vale más que nuestra amistad!
¡Es increíble! Eres horrible, tan horrible.
Lo sé.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

constante, trágica

Al cabo de un rato, mi amigo habló.
Esto es maravilloso, dijo.
Y yo sabía que no se refería a la montaña de basura en la que estábamos sentados, ni a las ratas que se peleaban por un trozo del cordón de mi zapato, ni siquiera se estaba refiriendo a la enfermedad que corría por su sangre, tampoco a las escasas horas de vida que nos quedaban, ni mucho menos a la lluvia constante, trágica.
Mi amigo se refería a todo lo demás. Lo realmente importante.
Y no pude hacer otra cosa que darle la razón.
Sí, es maravilloso, dije.

martes, 9 de septiembre de 2008

calle

Giraron a la izquierda y entraron en una calle que nunca habían visto.
¿Y esta calle?, preguntó uno.
Ni idea, es la primera vez, dijo el otro.
¿Qué hacemos?, siguió el primero.
No lo sé, contestó el otro.
Entonces uno se sentó en el bordillo y el otro lo imitó.
Así estuvieron varios días, mirándose sin saber qué hacer ni qué decir.
Al final, uno se puso en pie y empezó a caminar mientras el otro aún dormía.
Llegó al final de la calle y regresó a por el otro y lo despertó.
Venga, le dijo, ya sé dónde estamos.

lunes, 8 de septiembre de 2008

cartucho

La escopeta de papá tenía un cartucho, mamá, un cartucho que disparé sin querer, mamá, no sabía que la escopeta estaba cargada, mamá, tampoco sé por qué la cogí del armario, mamá, perdóname, no sé por qué fui a la habitación de la abuela con la escopeta bajo el brazo, mamá, sólo quería asustarla, de broma, mamá, por qué dejó ese cartucho ahí dentro papá, mamá, perdóname, por qué me pasa todo a mí, mamá, yo la quería tanto, mamá, y ahora qué será de nosotros, qué será de mí, mamá, todo esto es el final, lo sabes, mamá, perdóname.

jueves, 4 de septiembre de 2008

beso salado

Tus ojos brillaron al verme, tus labios al sonreír, tu pelo ligero con la brisa, el atardecer, etc.
Fuimos a un banco del parque y hablamos de nuestras cosas, de cuánto nos queríamos, de lo maravilloso que era todo, etc.
Luego empezó a llover y tuvimos que refugiarnos en una portería donde te subí la falda, te bajé las bragas, etc.
Cuando paró de llover nos fuimos cada uno a nuestra casa y nos despedimos con un beso salado, frío, etc.
Al día siguiente tus ojos ya no brillaron tanto, ni tus labios, ni tu pelo, ni el atardecer, etc.

martes, 2 de septiembre de 2008

toallas al hombro

Todo empezó cuando la vecina le preguntó a mi madre si tenía agua.
Mi madre comprobó el grifo y contestó sí.
Entonces la vecina le pidió si podía ir a ducharse, a lo que mi madre aceptó.
Luego fueron el resto de vecinos los que siguieron el mismo procedimiento.
Éramos los únicos con agua.
Así, durante días, mi casa se convirtió en un ir y venir de gente, toallas al hombro y neceseres entre manos.
Mi madre habilitó sillas y los vecinos esperaban su turno.
Cuando el problema del agua se solucionó, nunca más volví a ver a esa gente.

lunes, 1 de septiembre de 2008

de cerca

De pequeño siempre había creído que los Lacasitos tenían el número uno dibujado.
Me parecía raro que todos tuviesen el mismo número, por eso supuse que en algún lugar debían de estar el dos, el tres, el cuatro.
Así me compré quilos y quilos de Lacasitos durante mi infancia, buscando nuevos números, buscando nuevas respuestas.
Una tarde, mi hermana se acercó uno a los ojos y leyó: La-ca-si-tos.
No me lo podía creer.
Había pasado tantos años pensando en una cosa que ahora resultaba ser otra.
Fue entonces cuando supe que la vida, de cerca, iba a ser muy diferente.

jueves, 28 de agosto de 2008

oscuridad remota

aquella paloma, 
hubo un tiempo en que sólo pensabas 
en aquella paloma, 
que surgió de la oscuridad, 
de la esfera blanquinegra sostenida por un niño, 
aquella paloma 
que quizá pensó en muerte, 
letargo 
y luego en salvación, 
gloria, 
hubo un tiempo en que sólo pensabas 
en aquella paloma, 
de aquel mundial nuestro, 
y sus plumas blancas todavía te vienen a la cabeza, 
estoy seguro,
cuando hablas de lo que te queda por hacer, 
aquella paloma, 
que salió de la nada, 
qué estaría pensando 
dentro de esa oscuridad remota, 
escuchando zumbido de gentes, 
intentando encontrar respuestas 
a preguntas no formuladas 
todavía.

martes, 26 de agosto de 2008

espasmos

Siempre me paraba delante de la tienda de animales.
Había una pecera grande con pequeños peces de colores.
Los peces se movían sin rumbo fijo, guiados por espasmos, criaturas sin ayer.
El suelo estaba cubierto de piedras redondas y plantas verdes.
Y allí, encima de esas piedras, la proa de un barco hundido.
Siempre me pregunté por qué habría naufragado, a dónde se dirigía, quién viajaba en él.
Hoy, muchos años después, me he vuelto a parar delante de la tienda de animales.
He entrado y he preguntado el precio de la proa.
Tal como esperaba, no estaba en venta.

lunes, 25 de agosto de 2008

palabras sueltas

Un día me preguntaste si no me importaba salir del lavabo porque ibas a orinar.
Yo te contesté que no me importaba, claro.
Salí y cerré.
Me quedé allí, en el pasillo, apoyado en la puerta del lavabo, escuchándote.
Te oí teclear en el móvil y luego hablar y reír en voz baja.
No podía escuchar lo que decías, sólo algunas palabras sueltas: coche, domingo, hotel, cama, lengua, cuello, condones.
Todas esas palabras se filtraban por la madera y entraban en mi oído como avispas infernales.
Justo antes de colgar dijiste: te quiero.
Eso sí que lo pude escuchar bien.

jueves, 21 de agosto de 2008

derrotados

Cada tarde íbamos paseando los amigos de siempre por los lugares de siempre.
Recorríamos siempre los mismos sitios, las mismas plazas, los mismos bares, las mismas tiendas.
Hablábamos siempre de las mismas cosas, los mismos con los mismos, siempre igual.
Llegué a pensar que eso era la felicidad.
Pero una tarde, unos cuantos dijeron que ellos se quedaban ahí, que siguiéramos nosotros.
Entonces seguimos caminando, ahora en silencio, algo extraño había pasado.
Miré las caras de los que quedaban y vi a hombres derrotados.
Pensé en la cara que tendrían todos los que se habían quedado ahí.
Y los odié.

miércoles, 20 de agosto de 2008

así de fácil

Abrí una mano y saliste tú.
Luego abrí la otra y salió una silla.
Después abrí las dos y se escuchó un ¡Oh!
Más tarde las cerré y te sentaste.
Al día siguiente abrí una mano y salí yo.
Luego abrí la otra y salió una silla.
Después abrí las dos y se escuchó un ¡Oh!
Más tarde las cerré y me senté a tu lado.
Años después abrí una mano y salió un niño.
Luego abrí la otra y salió una niña.
Después abrí las dos y se escuchó un ¡Oh!
Podría ser todo así de fácil siempre, pensé.

martes, 19 de agosto de 2008

gracias a ella

Mi mujer me abandonó por un hombre más calvo, más gordo, más peludo y más feo que yo.
Fue una tarde de invierno, porque estas cosas, decía, se tienen que hacer en invierno, para que el ambiente acompañe a la tristeza.
La cuestión es que recuerdo aquella tarde como algo alegre porque yo ya estaba harto de mi mujer y di gracias al cielo de que apareciera ese hombre más calvo, más gordo, más peludo y más feo que yo.
Ahora, gracias a ella, las tardes de invierno se han convertido en lo mejor de mi vida.
No como antes.

lunes, 18 de agosto de 2008

azulejos

Alguien dibujó una esvástica en el lavabo.
Estaba dibujada con rotulador rojo a la izquierda del espejo y, como un animal atropellado en la cuneta, era inevitable mirarla.
Sucedió de repente.
No sé por qué siempre había pensado que este tipo de cosas necesitaban un proceso, pero una mañana me levanté, fui al lavabo y allí estaba.
De un día para otro alguien había dibujado esa cosa ahí.
Aún recuerdo cómo parecía relucir, sangre brotando de los azulejos.
Cogí un trozo de papel higiénico, la borré y tiré el papel al váter.
En casa sólo vivíamos mi abuelo y yo.

jueves, 7 de agosto de 2008

otra chica

Estuvieron paseando por el parque.
Se sentaron en un banco, se miraron a los ojos y se cogieron las manos.
Pasaron los minutos y no dijeron nada.
Hasta que él dijo Espera, ahora vengo, y se fue.
Ella le siguió con la mirada.
Vio cómo se sentaba en otro banco al lado de otra chica, se miraban a los ojos, se cogían las manos, pasaban unos minutos y no decían nada.
Luego cómo se levantaba y volvía.
Se sentó de nuevo con ella, se miraron a los ojos y se cogieron las manos.
Pasaron los minutos y no dijeron nada.

miércoles, 6 de agosto de 2008

la lámpara encendida

Lo vi por la ventana.
En calzoncillos.
Nuestro vecino.
Una cuerda en la mano y una silla en la otra.
De aquí para allá en el salón.
Las doce del mediodía.
La lámpara encendida.
De aquí para allá, izquierda y derecha.
Miraba al suelo.
Se detuvo.
Colocó la silla, se subió, ató la cuerda a la lámpara y el otro extremo a su cuello.
Pero no dejó caer la silla.
Estuvo así mucho rato.
Al principio me había asustado, ahora me hacía gracia.
Llamé a toda mi familia y lo estuvimos mirando, riéndonos, esperando a que se decidiera.
Pero no.

martes, 5 de agosto de 2008

reloj plateado

Fui a buscar a mi padre a la residencia.
Todos los domingos comía con nosotros.
A mi mujer no le entusiasmaba la idea.
A mí tampoco, pero era mi padre.
Mientras lo esperaba en el patio, un anciano se me acercó y se detuvo delante mío.
Metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó un reloj plateado.
Me dijo que se paró el día en que murió su mujer.
No supe qué decirle y apoyé mi mano en su hombro.
Entonces el anciano levantó la vista, me miró y dijo Quítame las manos de encima o te mato.

lunes, 4 de agosto de 2008

se peinan y se van

Desde mi hotel veo la fachada de otro.
Por las noches apago la luz de mi habitación y espío a los vecinos de enfrente.
Espero descubrir situaciones extrañas, visiones fuera de lo común.
Pero lo único que veo son personas que se secan la cabeza con una toalla, que se tumban en la cama con el mando a distancia, que se miran al espejo, que abren y cierran el mini bar sin coger nada, que lloran, que hablan por teléfono, que se visten, se peinan y se van.
Personas como yo.
Es sólo entonces cuando pienso que algo va mal.

viernes, 1 de agosto de 2008

trastos

Hay una habitación en casa de mi abuela que siempre está cerrada.
A veces le pregunto a mi abuela qué es lo que hay allí y me responde: trastos.
No sé por qué se lo pregunto si ya sé lo que me va a contestar.
Tampoco sé por qué a veces se oyen ruidos adentro.
Y no sé por qué mi abuela se pone triste cuando me dice que allí hay trastos.
Y tampoco sé por qué mi abuela me tendría que mentir.
Pero no sé por qué creo que el día que abra esa habitación, allí no habrá trastos.

jueves, 31 de julio de 2008

servilletas arrugadas

En el bar de la esquina hay un hombre sentado a la barra.
Al otro lado, el camarero limpia los vasos.
En el suelo, a los pies del hombre sentado, colillas, servilletas arrugadas, serrín.
Entra un hombre corriendo y le dice algo al camarero.
El hombre sentado se vuelve hacia el hombre que acaba de entrar. Lo mira mientras habla.
Entonces, tanto el camarero como el hombre sentado se echan las manos a la cabeza y gritan.
Desde aquí no hemos podido escuchar lo que acaba de decir el hombre que ha entrado en el bar.
Aunque sí los gritos.

 

miércoles, 30 de julio de 2008

circo

De pequeño mi madre me llevó al circo.
Allí había todo lo que podía esperar de un circo un niño de cinco años.
Elefantes, leones, tigres, chimpancés, payasos, trapecistas, bailarinas, el hombre bala.
Pero, sobre todo, allí hubo un mago vestido de negro.
Cogió a un niño de las primeras filas.
El niño reía.
La madre también.
El mago, no.
Lo metió en un ataúd puesto en pie.
El mago de negro dio unas cuantas vueltas alrededor de la caja de madera.
Más tarde abrió la puerta y el niño ya no estaba.
Nunca entendí por qué la gente aplaudió.

martes, 29 de julio de 2008

culpable

¿Sí o no?
¿Sí o no el qué?
Lo que acabo de decir.
Creo que no hablabas conmigo. De hecho, no estabas hablando con nadie porque no estábamos.
¿Qué quieres decir?
Quiero decir que antes de preguntarme sí o no, ni tú ni yo estábamos aquí. Así que has empezado a hablar y hemos aparecido.
¿Quieres decir que soy el culpable de que estemos aquí?
En cierta manera, sí. Aunque no te llamaría culpable, yo me siento bien.
Yo también. Pero sé que no va a durar mucho.
Sí, creo que sólo podemos decir cien palabras.
Es una pena.
Cierto.

lunes, 28 de julio de 2008

foco de atención

Metí a mi hermana pequeña en una caja y la enterré en el jardín.
Cuando llegaron mis padres me preguntaron ¿Dónde está tu hermana? y yo les respondí No lo sé, hace rato que no la veo.
Se asustaron al escuchar mis palabras y empezaron a llamarla gritando su nombre.
Yo también estuve gritando un rato el nombre de mi hermana, hasta que me cansé y me fui a ver la tele.
Luego llamaron a la policía, a los vecinos, a todos nuestros familiares.
Todo el mundo buscaba a mi hermana.
Incluso bajo tierra, seguía siendo el foco de atención.

viernes, 25 de julio de 2008

palpando la oscuridad

En verano jugaba solo en la calle.
Hacía rebotar una pelota en la pared de casa.
Así hasta que mi madre me llamaba a cenar.
Podía pasarme horas y ser el niño más feliz del mundo.
Una tarde la pelota hizo un extraño y desvió su trayectoria.
Fue rodando calle abajo y se metió en una alcantarilla.
Metí la mano para intentar recuperarla.
Palpando la oscuridad toqué lo que me pareció una cara.
Aquí los ojos, nariz, la boca después, dentro dientes.
Era una cara. Y me resultaba familiar.
Fui corriendo a decírselo a mi madre.
Pero nunca la encontré.

jueves, 24 de julio de 2008

supones que tiene que ser así

Abrí la puerta y me fui de casa.
Así de fácil.
Nadie me dijo nada, ni yo a ellos.
Nadie salió detrás mío preguntando dónde vas ni qué ha pasado ni cualquier otra cosa propia de una película.
Porque la vida no es una película.
En la vida abres la puerta, te vas de casa y nadie sale detrás tuyo.
Y tú esperas que alguien salga y te pregunte dónde vas o qué ha pasado, porque lo has visto en tantas películas que supones que tiene que ser así.
Pero no es así.
Aquí no hay por qué dar explicaciones.

miércoles, 23 de julio de 2008

los cuadros

Entraron en casa por la noche.
Estuvieron paseando por el salón y cambiaron los cuadros de sitio, este donde estaba aquel.
Luego fueron al lavabo y a la cocina.
Abrieron una lata de Coca-cola y la dejaron a medias.
Más tarde entraron en nuestra habitación mientras dormíamos.
Movieron la cama y la pusieron debajo de la ventana, justo ahí.
También movieron el armario y las mesitas y las zapatillas, las mías en su lado y las de mi mujer en el mío.
Y por último se llevaron a nuestros hijos.
Aún no sé por qué cambiaron los cuadros de sitio.

martes, 22 de julio de 2008

corte normal

La verdad es que no puedo llegar a entender cómo es posible que te hayas cortado la mano así, no lo puedo entender, qué quieres que te diga, normalmente, si alguien se corta una mano, por lo que he visto en la tele, en las noticias y eso, no se la corta así pero es que, repito, no sé cómo lo has hecho, cómo la tenías puesta, dime, porque no me dirás que te la has cortado normal, no es un corte normal, no puedes decirme es un corte normal, normal no es, así que cómo la tenías puesta, dímelo.

lunes, 21 de julio de 2008

de madrugada

Hubo una época en la que solíamos salir de madrugada a caminar por las calles recién regadas, arrastrábamos los pies por el asfalto mojado dejando que el agua empapase nuestras zapatillas, nos sentábamos en los bancos fríos de la noche y jugábamos a ver ratas, bebíamos latas de refrescos que no habíamos probado antes, estábamos mucho rato en silencio sin saber qué decir porque no había nada que decir y hablábamos de nuestro futuro y reíamos impacientes ante la vida que nos esperaba.
Hubo una época en la que solíamos salir de madrugada a caminar y, al menos, parecíamos felices.

jueves, 17 de julio de 2008

resina

Fuimos a cenar
a casa de mi abuela
a la que hacía demasiado que no veía
y comprobé
que cada día está mejor
aunque también pensé
que se hacía la fuerte
pero luego
me dije
que no tenía por qué
y estuvimos seis horas con ella
y se sentó donde se sentaba mi abuelo
aunque no exactamente en el mismo sitio
sino un poco a la izquierda
como dejándole espacio
y en la vitrina detrás de mi abuela
un nueve y un uno rojos
del último cumpleaños
como un insecto
atrapado en resina
que sabes que no volverá
a moverse.

miércoles, 16 de julio de 2008

mientras abría las cartas

Al escuchar las llaves, el niño se subió los pantalones y le dijo a la niña que se escondiera en el armario.
La madre entró y dijo Ya estoy en casa y su voz cansada fue resbalando como lava por las paredes del pasillo hasta llegar a la habitación del niño que ya se ponía la camiseta y caminaba al encuentro con su madre.
Le besó en la frente y le preguntó Qué hacías mientras abría las cartas, casi sin querer una respuesta.
El niño le contestó Nada, perdía el tiempo.
Dentro del armario, la niña dejó escapar una lágrima.

martes, 15 de julio de 2008

como me aburría

Estuve paseando por la calle y, como me aburría, decidí sentarme un rato.
Decidí sentarme un rato y, como me aburría, me puse a hablar con alguien.
Me puse a hablar con alguien y, como me aburría, me levanté y me fui.
Me levanté y me fui y, como me aburría, entré en un sex shop.
Entré en un sex shop y, como me aburría, me quedé dormido en una cabina.
Me quedé dormido en una cabina y, como me aburría, me desperté y me fui.
Me desperté y me fui y, como me aburría, estuve paseando por la calle.

lunes, 14 de julio de 2008

abajo, en el patio

Siempre quise matar a tu madre.
Desde los cinco, seis o siete años, siempre quise matarla.
Cuando la veía por la ventana de clase, abajo, en el patio, esperándote a la salida del colegio, siempre quise matarla.
También cuando te traía cada tarde la merienda y te acariciaba la cara y te sonreía mientras tú masticabas el bocadillo, el chocolate o lo que demonios te hubiese traído, siempre quise matarla.
Pero, sobre todo, cuando íbamos de excursión y ella, antes de subirnos en el autobús, te besaba la frente, te acariciaba la cara, te sonreía y te decía Pásatelo bien.

viernes, 11 de julio de 2008

antes de acostarme

Me preguntaron si me había gustado el regalo de cumpleaños de la abuela.
Debí decir no, pero dije sí.
Luego me preguntaron si los zapatos blancos de la comunión me gustaban.
Debí decir no, pero dije sí.
Más tarde me preguntaron si estaba seguro de lo que quería estudiar.
Debí decir no, pero dije sí.
Años después me preguntaron si estaba realmente enamorado.
Debí decir no, pero dije sí.
Creo que alguien también me preguntó si me gustaba mi trabajo.
Debí decir no, pero dije sí.
Al final me preguntaron si había sido feliz en mi vida.
Debí decir sí.

jueves, 10 de julio de 2008

esa peca

Salimos a pasear.
Fuimos al parque y me dijiste: Nunca había visto este parque.
Aunque era el único parque del pueblo y veníamos cada tarde, te dije: Yo tampoco.
Seguimos caminando.
Arrastrabas los pies, dibujabas en la tierra.
Llegamos al lago y dijiste: No sabía que aquí había un lago.
Aunque íbamos allí cada tarde a darle de comer a los patos, te dije: Yo tampoco.
Nos sentamos en un banco, te quitaste las zapatillas y estiraste las piernas
Miré tus pies y dije: Nunca te había visto esa peca.
Y aunque sabías que era mentira, no me dijiste nada.

miércoles, 9 de julio de 2008

todos los momentos

El hombre se acercó a mí y me dijo Esa mujer tiene algo para ti.
La mujer estaba en la otra acera, sentada en un banco, con las piernas cruzadas y un bolso en el regazo.
El hombre dio media vuelta y dobló la esquina.
Yo miraba a la mujer que tenía algo para mí y me imaginaba qué podría ser.
Quizá una carta en la que estuviera escrito mi futuro, quizá unas llaves que abriesen la puerta necesaria para seguir adelante, quizá la palabra exacta para todos los momentos.
Pero, ¿quién era ese hombre?
Y, ¿por qué a mí?

martes, 8 de julio de 2008

donde no debía haber nadie

Siempre que abro la puerta del ascensor espero encontrarme a alguien muerto.
O simplemente a alguien ahí, quieto, con los brazos cruzados o extendidos, sonriente o serio, da igual, alguien, quiero a alguien en el ascensor para cuando vaya a entrar en él, alguien que haga que me pregunte ¿qué hace esta persona aquí?, alguien que me asuste por encontrarlo donde no debía haber nadie, alguien que me sirva para escribir un cuento que trate sobre una persona que se encuentra a otra dentro de un ascensor, quieta, con los brazos cruzados o extendidos, sonriente o seria, da igual. Alguien.

lunes, 7 de julio de 2008

piel muerta y fría

Muchas tardes fui con mi madre al médico.
No recuerdo para qué pero íbamos allí después de salir del colegio.
Nos sentábamos a esperar en unos sillones de piel gastados.
Casi siempre estábamos solos.
La habitación estaba llena de libros y figuras de bronce.
Una pequeña lámpara iluminaba la estancia.
Un día mi madre me dijo que la esperara y entró sola en la consulta.
Yo esperé acariciando esa piel muerta y fría.
Hablaban en voz baja.
El médico dijo: Tendrá que vivir con eso para siempre.
Mi madre empezó a llorar.
Nunca llegué a saber a quién se referían. 

viernes, 4 de julio de 2008

la pintura de la pared

Fue en casa de mi abuela, una tarde de invierno, mientras hacía los deberes.
Ella había salido a comprarme la merienda.
Me distraje mirando la pintura de la pared, buscando figuras, números, nombres.
Entonces, y sin saber por qué, en mi mente apareció la palabra rata.
Al cabo de unos segundos, una rata enorme cruzó el comedor, entró en la cocina y desapareció en la oscuridad.
Pensé en decírselo a mi abuela pero supe que se asustaría.
No tanto por la intrusión de aquel roedor en casa sino por ese don mío de hacer aparecer las cosas a mi antojo.

jueves, 3 de julio de 2008

también

Un día estuvimos paseando por esa calle cerca de casa.
Sabes la calle que te digo.
Íbamos de arriba a abajo una y otra vez, una y otra vez.
Toda la tarde yendo y viniendo por esa maldita calle.
No me preguntes por qué pero me acabo de acordar de esa tarde.
Porque la verdad es que no tuvo nada de especial.
Pero de vez en cuando me viene a la memoria ese pasear arriba y abajo, sin decirnos nada.
Soplaba un viento frío.
Te presté mi bufanda pero no la quisiste.
Ya te odiaba entonces.
Tú a mí también.

miércoles, 2 de julio de 2008

ni caso

Mi madre me dijo
Cuando yo te hable, te callas y me escuchas,
pero mi padre me había dicho
A la zorra de tu madre no le hagas caso,
cosa que también me habían dicho:
mis abuelos un día que fui a comer con ellos,
la vecina un día que me vio por la calle,
la peluquera cuando me cortaba el pelo,
la profesora en el patio,
el dentista mientras me reclinaba la silla y
el basurero, cada noche, gritando desde el camión.
Si sólo hubiera sido mi padre no sabría qué pensar.
Pero tanta gente no podía estar equivocada.

martes, 1 de julio de 2008

no pude verlo

Alguien llamó a la puerta.
Me habías dicho que estaríamos solos pero alguien llamó a la puerta y tú fuiste a abrir.
Ni siquiera preguntaste si me importaba que te levantases de la mesa para ir a abrir la puerta.
Simplemente cuando alguien llamó a la puerta, tú te levantaste, dejaste a medias la cena y fuiste a abrir.
Estuviste un rato hablando con él, porque era él, no pude verlo pero era él.
Luego volviste a la mesa, te acabaste la cena, no nos miramos, no nos hablamos.
Te hubiese preguntado quién era.
Pero ya sabía que era él.

lunes, 30 de junio de 2008

el lunes

Cogí un libro.
Lo abrí al azar.
Leí:  entonces viajó hacia el sur, alquiló un piso en el centro y vivió allí una temporada.
Entonces me fui al sur, alquilé un piso en el centro y viví allí una temporada.
Tiempo después cogí otro libro.
También lo abrí al azar.
Leí: todo sucedió un lunes en el bar de la esquina cuando un hombre con una chaqueta gris sacó una pistola y empezó a disparar a todo el mundo.
Entonces me compré una chaqueta gris, una pistola, fui al bar de la esquina y esperé a que llegara el lunes.

jueves, 26 de junio de 2008

jueves por la tarde

Creo que fue un jueves.
Creo que fue un jueves por la tarde.
Creo que fue un jueves por la tarde cuando la profesora me dijo eso.
Creo que fue un jueves por la tarde cuando la profesora me dijo eso de sacar lo que tenía dentro de la mochila.
Creo que fue un jueves por la tarde cuando la profesora me dijo eso de sacar lo que tenía dentro de la mochila y yo le contesté que sería mejor que se metiera en sus asuntos.
Creo que fue un jueves, por la tarde, cuando la profesora me dijo eso. 

miércoles, 25 de junio de 2008

fino rastro

Aquel hombre entró por la ventana mientras yo hacía los deberes.
Me hizo el gesto de silencio con el índice.
Abrió la puerta de mi habitación y salió.
Dejó un fino rastro de sangre en el suelo, como un animal herido desde hace años.
Oí cómo caminaba por el pasillo, crujía el parquet y las paredes y todo.
Luego un grito.
No era de mi madre, ni de mi hermana, ni mucho menos de mi padre y tampoco de aquel hombre que entró por la ventana mientras yo hacía los deberes.
O quizá sí.
Quizá gritaron todos a la vez.

martes, 24 de junio de 2008

por la ventana

Lo único que recuerdo de aquella tarde es el color azul o rojo o amarillo o verde que entraba por la ventana de casa de mi abuela o de mi tía o de mi otra abuela.
Era un color extraño y mi abuela o mi tía o mi otra abuela dijo que nunca había visto nada igual.
Mi abuela o mi tía o mi otra abuela se sentó a mi lado y me pidió que no me preocupase.
Yo le respondí que no estaba preocupado.
Y entonces mi abuela o mi tía o mi otra abuela dijo Eso está bien

lunes, 23 de junio de 2008

bandazos en el aire

Aquel sábado por la mañana fui con mi abuelo a la granja.
Abrió la jaula de los conejos, metió la mano y cogió al más gordo.
El animal se revolvía como si las manos de mi abuelo fueran eléctricas.
Le ató las patas traseras con una cuerda y lo colgó de un clavo del techo.
El conejo siguió dando bandazos en el aire hasta que empezó a sangrar por la nariz, pequeña, gris y ahora roja, inmóvil.
Luego mi abuelo le arrancó la piel y la tiró al suelo ensangrentado.
El abrigo de un extraño bebé muerto en la guerra.

viernes, 20 de junio de 2008

ramas bajas

Un día estaba mirando la montaña desde el terrado.
Subía allí las tardes de verano y contemplaba el paisaje.
Un coche se acercó lentamente a un árbol solitario por un camino de tierra.
El conductor se bajó y colocó una caja en una de las ramas bajas y se fue.
Al cabo de un rato apareció otro coche en dirección al mismo árbol.
Un hombre se bajó y cogió la caja que había dejado el otro y se subió de nuevo al coche y se fue.
Luego bajé a casa de mi abuela.
Y no se lo dije a nadie.

jueves, 19 de junio de 2008

la oscuridad de lo dulce

Mi hermana se cayó por una claraboya.
Yo estaba apoyado, viendo cómo caminaba por ese fino hielo.
Se había subido allí para recoger la pelota y ahora volvía triunfante.
Pero el fino hielo se quebró como el azúcar quemado de un postre.
Y mi hermana se hundió en la oscuridad de lo dulce.
Yo estaba apoyado, viendo cómo desaparecía entre cristales de azúcar.
Pensé qué estaría haciendo allí abajo.
Mi madre gritaba sin saber a quién y mi padre corría sin saber a dónde.
Entonces mi hermana apareció por una puerta, cantando, sonriendo y lamiéndose los dedos.
Uno a uno.

miércoles, 18 de junio de 2008

el horno abierto

Cuando mi padre le dijo a mi madre Al niño lo dejamos aquí, yo estaba despierto.
Fue una noche de julio, una noche de tormentas en el mar y ventanas abiertas.
El aire era tan caliente, como si Dios se hubiera dejado el horno abierto.
No me podía dormir y miraba el reflejo de la luna en el marco de la ventana.
Y entonces escuché a mi padre decirle eso a mi madre.
Al principio no sabía a qué niño se refería ya que mi padre nunca me había llamado así.
Al día siguiente supe que aquel niño era yo.

martes, 17 de junio de 2008

piel de serpiente

Cuando era pequeño mi padre preparó una barbacoa.
Mi hermana y yo fuimos a por leña.
El aire olía a pinos y al cloro que se despegaba de nuestros cuerpos como una piel de serpiente.
Estuvimos caminando mientras cantábamos canciones que no existían.
Mi hermana se empezaba a cansar cuando divisó una montaña de madera preparada para nosotros.
Corrimos riendo hacia aquellos lápices gigantes.
Elegimos bien los trozos porque éramos buenos hijos.
Mi hermana iba delante mío con los brazos llenos de maderas.
Entonces un hombre salió de su casa con una escopeta y gritó: Le bois est à nous!