Tus ojos brillaron al verme, tus labios al sonreír, tu pelo ligero con la brisa, el atardecer, etc.
Fuimos a un banco del parque y hablamos de nuestras cosas, de cuánto nos queríamos, de lo maravilloso que era todo, etc.
Luego empezó a llover y tuvimos que refugiarnos en una portería donde te subí la falda, te bajé las bragas, etc.
Cuando paró de llover nos fuimos cada uno a nuestra casa y nos despedimos con un beso salado, frío, etc.
Al día siguiente tus ojos ya no brillaron tanto, ni tus labios, ni tu pelo, ni el atardecer, etc.