domingo, 5 de julio de 2009

último suspiro

Los últimos días de vida, mi abuelo los pasó viendo a gente que no estaba ahí.
El espejo de la habitación se convirtió en una ventana por donde entraban conocidos, desconocidos y familiares muertos.
Mi abuela pinzó una sábana encima del espejo para hacer desaparecer aquella ventana imaginaria.
Ahora, una sábana azulada caía por encima del espejo, inmóvil como un fantasma educado y respetuoso que no se atreviera a llamar la atención.
Y, detrás de la sábana, me imaginé a toda esa gente, conocidos, desconocidos y familiares muertos, esperando a que el último suspiro de mi abuelo les dejara entrar.