jueves, 31 de julio de 2008

servilletas arrugadas

En el bar de la esquina hay un hombre sentado a la barra.
Al otro lado, el camarero limpia los vasos.
En el suelo, a los pies del hombre sentado, colillas, servilletas arrugadas, serrín.
Entra un hombre corriendo y le dice algo al camarero.
El hombre sentado se vuelve hacia el hombre que acaba de entrar. Lo mira mientras habla.
Entonces, tanto el camarero como el hombre sentado se echan las manos a la cabeza y gritan.
Desde aquí no hemos podido escuchar lo que acaba de decir el hombre que ha entrado en el bar.
Aunque sí los gritos.

 

miércoles, 30 de julio de 2008

circo

De pequeño mi madre me llevó al circo.
Allí había todo lo que podía esperar de un circo un niño de cinco años.
Elefantes, leones, tigres, chimpancés, payasos, trapecistas, bailarinas, el hombre bala.
Pero, sobre todo, allí hubo un mago vestido de negro.
Cogió a un niño de las primeras filas.
El niño reía.
La madre también.
El mago, no.
Lo metió en un ataúd puesto en pie.
El mago de negro dio unas cuantas vueltas alrededor de la caja de madera.
Más tarde abrió la puerta y el niño ya no estaba.
Nunca entendí por qué la gente aplaudió.

martes, 29 de julio de 2008

culpable

¿Sí o no?
¿Sí o no el qué?
Lo que acabo de decir.
Creo que no hablabas conmigo. De hecho, no estabas hablando con nadie porque no estábamos.
¿Qué quieres decir?
Quiero decir que antes de preguntarme sí o no, ni tú ni yo estábamos aquí. Así que has empezado a hablar y hemos aparecido.
¿Quieres decir que soy el culpable de que estemos aquí?
En cierta manera, sí. Aunque no te llamaría culpable, yo me siento bien.
Yo también. Pero sé que no va a durar mucho.
Sí, creo que sólo podemos decir cien palabras.
Es una pena.
Cierto.

lunes, 28 de julio de 2008

foco de atención

Metí a mi hermana pequeña en una caja y la enterré en el jardín.
Cuando llegaron mis padres me preguntaron ¿Dónde está tu hermana? y yo les respondí No lo sé, hace rato que no la veo.
Se asustaron al escuchar mis palabras y empezaron a llamarla gritando su nombre.
Yo también estuve gritando un rato el nombre de mi hermana, hasta que me cansé y me fui a ver la tele.
Luego llamaron a la policía, a los vecinos, a todos nuestros familiares.
Todo el mundo buscaba a mi hermana.
Incluso bajo tierra, seguía siendo el foco de atención.

viernes, 25 de julio de 2008

palpando la oscuridad

En verano jugaba solo en la calle.
Hacía rebotar una pelota en la pared de casa.
Así hasta que mi madre me llamaba a cenar.
Podía pasarme horas y ser el niño más feliz del mundo.
Una tarde la pelota hizo un extraño y desvió su trayectoria.
Fue rodando calle abajo y se metió en una alcantarilla.
Metí la mano para intentar recuperarla.
Palpando la oscuridad toqué lo que me pareció una cara.
Aquí los ojos, nariz, la boca después, dentro dientes.
Era una cara. Y me resultaba familiar.
Fui corriendo a decírselo a mi madre.
Pero nunca la encontré.

jueves, 24 de julio de 2008

supones que tiene que ser así

Abrí la puerta y me fui de casa.
Así de fácil.
Nadie me dijo nada, ni yo a ellos.
Nadie salió detrás mío preguntando dónde vas ni qué ha pasado ni cualquier otra cosa propia de una película.
Porque la vida no es una película.
En la vida abres la puerta, te vas de casa y nadie sale detrás tuyo.
Y tú esperas que alguien salga y te pregunte dónde vas o qué ha pasado, porque lo has visto en tantas películas que supones que tiene que ser así.
Pero no es así.
Aquí no hay por qué dar explicaciones.

miércoles, 23 de julio de 2008

los cuadros

Entraron en casa por la noche.
Estuvieron paseando por el salón y cambiaron los cuadros de sitio, este donde estaba aquel.
Luego fueron al lavabo y a la cocina.
Abrieron una lata de Coca-cola y la dejaron a medias.
Más tarde entraron en nuestra habitación mientras dormíamos.
Movieron la cama y la pusieron debajo de la ventana, justo ahí.
También movieron el armario y las mesitas y las zapatillas, las mías en su lado y las de mi mujer en el mío.
Y por último se llevaron a nuestros hijos.
Aún no sé por qué cambiaron los cuadros de sitio.

martes, 22 de julio de 2008

corte normal

La verdad es que no puedo llegar a entender cómo es posible que te hayas cortado la mano así, no lo puedo entender, qué quieres que te diga, normalmente, si alguien se corta una mano, por lo que he visto en la tele, en las noticias y eso, no se la corta así pero es que, repito, no sé cómo lo has hecho, cómo la tenías puesta, dime, porque no me dirás que te la has cortado normal, no es un corte normal, no puedes decirme es un corte normal, normal no es, así que cómo la tenías puesta, dímelo.

lunes, 21 de julio de 2008

de madrugada

Hubo una época en la que solíamos salir de madrugada a caminar por las calles recién regadas, arrastrábamos los pies por el asfalto mojado dejando que el agua empapase nuestras zapatillas, nos sentábamos en los bancos fríos de la noche y jugábamos a ver ratas, bebíamos latas de refrescos que no habíamos probado antes, estábamos mucho rato en silencio sin saber qué decir porque no había nada que decir y hablábamos de nuestro futuro y reíamos impacientes ante la vida que nos esperaba.
Hubo una época en la que solíamos salir de madrugada a caminar y, al menos, parecíamos felices.

jueves, 17 de julio de 2008

resina

Fuimos a cenar
a casa de mi abuela
a la que hacía demasiado que no veía
y comprobé
que cada día está mejor
aunque también pensé
que se hacía la fuerte
pero luego
me dije
que no tenía por qué
y estuvimos seis horas con ella
y se sentó donde se sentaba mi abuelo
aunque no exactamente en el mismo sitio
sino un poco a la izquierda
como dejándole espacio
y en la vitrina detrás de mi abuela
un nueve y un uno rojos
del último cumpleaños
como un insecto
atrapado en resina
que sabes que no volverá
a moverse.

miércoles, 16 de julio de 2008

mientras abría las cartas

Al escuchar las llaves, el niño se subió los pantalones y le dijo a la niña que se escondiera en el armario.
La madre entró y dijo Ya estoy en casa y su voz cansada fue resbalando como lava por las paredes del pasillo hasta llegar a la habitación del niño que ya se ponía la camiseta y caminaba al encuentro con su madre.
Le besó en la frente y le preguntó Qué hacías mientras abría las cartas, casi sin querer una respuesta.
El niño le contestó Nada, perdía el tiempo.
Dentro del armario, la niña dejó escapar una lágrima.

martes, 15 de julio de 2008

como me aburría

Estuve paseando por la calle y, como me aburría, decidí sentarme un rato.
Decidí sentarme un rato y, como me aburría, me puse a hablar con alguien.
Me puse a hablar con alguien y, como me aburría, me levanté y me fui.
Me levanté y me fui y, como me aburría, entré en un sex shop.
Entré en un sex shop y, como me aburría, me quedé dormido en una cabina.
Me quedé dormido en una cabina y, como me aburría, me desperté y me fui.
Me desperté y me fui y, como me aburría, estuve paseando por la calle.

lunes, 14 de julio de 2008

abajo, en el patio

Siempre quise matar a tu madre.
Desde los cinco, seis o siete años, siempre quise matarla.
Cuando la veía por la ventana de clase, abajo, en el patio, esperándote a la salida del colegio, siempre quise matarla.
También cuando te traía cada tarde la merienda y te acariciaba la cara y te sonreía mientras tú masticabas el bocadillo, el chocolate o lo que demonios te hubiese traído, siempre quise matarla.
Pero, sobre todo, cuando íbamos de excursión y ella, antes de subirnos en el autobús, te besaba la frente, te acariciaba la cara, te sonreía y te decía Pásatelo bien.

viernes, 11 de julio de 2008

antes de acostarme

Me preguntaron si me había gustado el regalo de cumpleaños de la abuela.
Debí decir no, pero dije sí.
Luego me preguntaron si los zapatos blancos de la comunión me gustaban.
Debí decir no, pero dije sí.
Más tarde me preguntaron si estaba seguro de lo que quería estudiar.
Debí decir no, pero dije sí.
Años después me preguntaron si estaba realmente enamorado.
Debí decir no, pero dije sí.
Creo que alguien también me preguntó si me gustaba mi trabajo.
Debí decir no, pero dije sí.
Al final me preguntaron si había sido feliz en mi vida.
Debí decir sí.

jueves, 10 de julio de 2008

esa peca

Salimos a pasear.
Fuimos al parque y me dijiste: Nunca había visto este parque.
Aunque era el único parque del pueblo y veníamos cada tarde, te dije: Yo tampoco.
Seguimos caminando.
Arrastrabas los pies, dibujabas en la tierra.
Llegamos al lago y dijiste: No sabía que aquí había un lago.
Aunque íbamos allí cada tarde a darle de comer a los patos, te dije: Yo tampoco.
Nos sentamos en un banco, te quitaste las zapatillas y estiraste las piernas
Miré tus pies y dije: Nunca te había visto esa peca.
Y aunque sabías que era mentira, no me dijiste nada.

miércoles, 9 de julio de 2008

todos los momentos

El hombre se acercó a mí y me dijo Esa mujer tiene algo para ti.
La mujer estaba en la otra acera, sentada en un banco, con las piernas cruzadas y un bolso en el regazo.
El hombre dio media vuelta y dobló la esquina.
Yo miraba a la mujer que tenía algo para mí y me imaginaba qué podría ser.
Quizá una carta en la que estuviera escrito mi futuro, quizá unas llaves que abriesen la puerta necesaria para seguir adelante, quizá la palabra exacta para todos los momentos.
Pero, ¿quién era ese hombre?
Y, ¿por qué a mí?

martes, 8 de julio de 2008

donde no debía haber nadie

Siempre que abro la puerta del ascensor espero encontrarme a alguien muerto.
O simplemente a alguien ahí, quieto, con los brazos cruzados o extendidos, sonriente o serio, da igual, alguien, quiero a alguien en el ascensor para cuando vaya a entrar en él, alguien que haga que me pregunte ¿qué hace esta persona aquí?, alguien que me asuste por encontrarlo donde no debía haber nadie, alguien que me sirva para escribir un cuento que trate sobre una persona que se encuentra a otra dentro de un ascensor, quieta, con los brazos cruzados o extendidos, sonriente o seria, da igual. Alguien.

lunes, 7 de julio de 2008

piel muerta y fría

Muchas tardes fui con mi madre al médico.
No recuerdo para qué pero íbamos allí después de salir del colegio.
Nos sentábamos a esperar en unos sillones de piel gastados.
Casi siempre estábamos solos.
La habitación estaba llena de libros y figuras de bronce.
Una pequeña lámpara iluminaba la estancia.
Un día mi madre me dijo que la esperara y entró sola en la consulta.
Yo esperé acariciando esa piel muerta y fría.
Hablaban en voz baja.
El médico dijo: Tendrá que vivir con eso para siempre.
Mi madre empezó a llorar.
Nunca llegué a saber a quién se referían. 

viernes, 4 de julio de 2008

la pintura de la pared

Fue en casa de mi abuela, una tarde de invierno, mientras hacía los deberes.
Ella había salido a comprarme la merienda.
Me distraje mirando la pintura de la pared, buscando figuras, números, nombres.
Entonces, y sin saber por qué, en mi mente apareció la palabra rata.
Al cabo de unos segundos, una rata enorme cruzó el comedor, entró en la cocina y desapareció en la oscuridad.
Pensé en decírselo a mi abuela pero supe que se asustaría.
No tanto por la intrusión de aquel roedor en casa sino por ese don mío de hacer aparecer las cosas a mi antojo.

jueves, 3 de julio de 2008

también

Un día estuvimos paseando por esa calle cerca de casa.
Sabes la calle que te digo.
Íbamos de arriba a abajo una y otra vez, una y otra vez.
Toda la tarde yendo y viniendo por esa maldita calle.
No me preguntes por qué pero me acabo de acordar de esa tarde.
Porque la verdad es que no tuvo nada de especial.
Pero de vez en cuando me viene a la memoria ese pasear arriba y abajo, sin decirnos nada.
Soplaba un viento frío.
Te presté mi bufanda pero no la quisiste.
Ya te odiaba entonces.
Tú a mí también.

miércoles, 2 de julio de 2008

ni caso

Mi madre me dijo
Cuando yo te hable, te callas y me escuchas,
pero mi padre me había dicho
A la zorra de tu madre no le hagas caso,
cosa que también me habían dicho:
mis abuelos un día que fui a comer con ellos,
la vecina un día que me vio por la calle,
la peluquera cuando me cortaba el pelo,
la profesora en el patio,
el dentista mientras me reclinaba la silla y
el basurero, cada noche, gritando desde el camión.
Si sólo hubiera sido mi padre no sabría qué pensar.
Pero tanta gente no podía estar equivocada.

martes, 1 de julio de 2008

no pude verlo

Alguien llamó a la puerta.
Me habías dicho que estaríamos solos pero alguien llamó a la puerta y tú fuiste a abrir.
Ni siquiera preguntaste si me importaba que te levantases de la mesa para ir a abrir la puerta.
Simplemente cuando alguien llamó a la puerta, tú te levantaste, dejaste a medias la cena y fuiste a abrir.
Estuviste un rato hablando con él, porque era él, no pude verlo pero era él.
Luego volviste a la mesa, te acabaste la cena, no nos miramos, no nos hablamos.
Te hubiese preguntado quién era.
Pero ya sabía que era él.