lunes, 29 de noviembre de 2010

saco de arena

El vecino colgó un saco de arena en su garaje.
Por las tardes lo podías escuchar, atizándole al saco.
Un día me dijo si quería probar.
Yo tendría unos diez años.
Golpeé ese saco sin demasiado entusiasmo.
Él me recomendó que pensara en alguien que me cayera mal.
Me vino a la cabeza uno de clase, y mis golpes fueron entonces más creíbles.
Al cabo de un tiempo, el de mi clase se mató con sus padres en el coche.
Nunca pensé que yo tuviese algo que ver, pero se me fueron quitando las ganas de darle golpes a nada.