lunes, 7 de septiembre de 2009

palpando las paredes

Después del accidente, mi hermana y yo fuimos a casa de mi padre para decidir qué hacíamos con la ropa.
Para mí no suponía ningún problema dejarla ahí, en el armario, pero mi hermana concluyó que cuanto antes nos quitáramos ese peso de encima, mejor.
Estuvimos empaquetando ropa durante horas.
Me asombré de nuestra entereza mientras lo hacíamos.
En el pasillo íbamos dejando las bolsas.
Lentamente, impregnaron toda la casa con su olor.
Sin que mi hermana me viese, cerré los ojos y perseguí a mi padre, palpando las paredes.
En ese momento no pensé que estuviera haciendo ninguna tontería.

martes, 1 de septiembre de 2009

oír algunas lágrimas

Una tarde de invierno estaba sentado en el sofá con mi madre al lado.
Sin motivo aparente, empezó a acariciarme el pelo.
Y así estuvo durante casi una hora, acariciándome lentamente el pelo.
Yo me dormía a ratos.
Mi hermano mayor estaba sentado a la mesa del comedor, haciendo los deberes, mientras mi madre me acariciaba lentamente.
De vez en cuando podía percibir cómo levantaba la vista de la libreta y nos miraba.
No pude ver la expresión de sus ojos, pero sí oír algunas lágrimas caer sobre el papel, difuminando, supuse, las sumas y las restas y su nombre.