lunes, 20 de octubre de 2008

oscura y quieta

Doblé la esquina cuando vi que te acercabas por ahí.
Me quedé allí quieto, con la esquina doblada, sin saber muy bien lo que hacer.
Al final me decidí y guardé la esquina doblada en el bolsillo de la camisa.
Luego volví a casa y vi un rato la tele.
En mi bolsillo seguía la esquina doblada contigo dentro, quizás llorando.
Te imaginé oscura y quieta ante la esquina doblada.
Te imaginé perdida, al fin.
Y no te negaré mi sonrisa interior.
Luego, mucho más tarde, ya de madrugada, cuando supuse que te habrías dormido, puse la camisa a lavar.

lunes, 13 de octubre de 2008

destellos

Aquella tarde no tuvimos clase a última hora, así que llegué antes a casa.
Mis padres no estaban.
Dejé la mochila encima de la cama y fui al salón.
El sol entraba por la ventana e iluminaba la silla de madera.
Nunca había visto la silla iluminada de aquella manera. Por primera vez me fijé en su color.
Al cabo de un rato, el sol iluminó la mesita de cristal, las copas, las botellas.
Esos destellos eran algo maravilloso.
Todo se llenó de colores.
Luego el sol desapareció del salón y lo dejó todo tal y como yo lo conocía.

lunes, 6 de octubre de 2008

galleta

Mi hijo me pidió que jugase al escondite con él.
Acepté, claro, primero porque era mi hijo y segundo porque a mí también me gustaba ese juego.
Empezó escondiéndose él.
Lo encontré enseguida, claro, primero porque dejó un rastro de la galleta que comía y segundo porque las cortinas eran transparentes.
Luego me escondí yo.
Estuvo buscándome mucho rato.
Minutos, horas, días, semanas.
Han pasado más de veinte años y sigo debajo de la cama, de donde no pienso salir, claro, primero porque me da pereza tener que dar explicaciones y segundo porque quién sabe si se acordará de mí.