lunes, 21 de julio de 2008

de madrugada

Hubo una época en la que solíamos salir de madrugada a caminar por las calles recién regadas, arrastrábamos los pies por el asfalto mojado dejando que el agua empapase nuestras zapatillas, nos sentábamos en los bancos fríos de la noche y jugábamos a ver ratas, bebíamos latas de refrescos que no habíamos probado antes, estábamos mucho rato en silencio sin saber qué decir porque no había nada que decir y hablábamos de nuestro futuro y reíamos impacientes ante la vida que nos esperaba.
Hubo una época en la que solíamos salir de madrugada a caminar y, al menos, parecíamos felices.