Sabes la calle que te digo.
Íbamos de arriba a abajo una y otra vez, una y otra vez.
Toda la tarde yendo y viniendo por esa maldita calle.
No me preguntes por qué pero me acabo de acordar de esa tarde.
Porque la verdad es que no tuvo nada de especial.
Pero de vez en cuando me viene a la memoria ese pasear arriba y abajo, sin decirnos nada.
Soplaba un viento frío.
Te presté mi bufanda pero no la quisiste.
Ya te odiaba entonces.
Tú a mí también.