miércoles, 25 de junio de 2008

fino rastro

Aquel hombre entró por la ventana mientras yo hacía los deberes.
Me hizo el gesto de silencio con el índice.
Abrió la puerta de mi habitación y salió.
Dejó un fino rastro de sangre en el suelo, como un animal herido desde hace años.
Oí cómo caminaba por el pasillo, crujía el parquet y las paredes y todo.
Luego un grito.
No era de mi madre, ni de mi hermana, ni mucho menos de mi padre y tampoco de aquel hombre que entró por la ventana mientras yo hacía los deberes.
O quizá sí.
Quizá gritaron todos a la vez.