martes, 26 de agosto de 2008

espasmos

Siempre me paraba delante de la tienda de animales.
Había una pecera grande con pequeños peces de colores.
Los peces se movían sin rumbo fijo, guiados por espasmos, criaturas sin ayer.
El suelo estaba cubierto de piedras redondas y plantas verdes.
Y allí, encima de esas piedras, la proa de un barco hundido.
Siempre me pregunté por qué habría naufragado, a dónde se dirigía, quién viajaba en él.
Hoy, muchos años después, me he vuelto a parar delante de la tienda de animales.
He entrado y he preguntado el precio de la proa.
Tal como esperaba, no estaba en venta.